Hoy en día, trabajar en Social Media equivale a tener un buen branding personal. Hay quien trabaja para una marca, pero, incluso en esos casos, es necesario tener una buena imagen de marca, ya que es lo que avala a los profesionales dospuntocero. Es como el currículo, pero un poco más allá.
Lo dospuntocero es un ámbito en el que rara vez unos profesionales de un punto del país coinciden con otros, es un círculo en el que se crean relaciones entre personas de muy distintos lugares (y lejanos entre sí) no ya del país, sino del mundo, y para que se pueda crear una relación laboral entre ellas es necesario que ambos profesionales confíen el uno en el otro, y para eso sirve la imagen de marca, el branding, entre otras cosas.
Así, si lo que queremos es crear una marca personal fuerte, debemos, como en la vida misma, conocernos a nosotros mismos, como decía Platón, saber quiénes somos. Es necesario conocer cuál es nuestra personalidad, qué habilidades tenemos que nos diferencian de los demás y, naturalmente, qué es lo que nos apasiona. Tenemos que ser consistentes, tener una personalidad sólida, y distinguirnos de todos los demás, ya que esa es la única forma de aportar un valor distinto al que proporcionan los demás, y, por supuesto, lo más importante, ser creíbles para los usuarios.
Debemos tener muy claro qué hacemos y cómo lo hacemos, si somos buenos, y si no, hacer lo posible para mejorar. Para ello, necesitamos tener en cuenta cuál es la experiencia de la que disponemos, junto a cuáles son las habilidades que tenemos y de las que hemos hablado antes. Algo importante y que muchos no consideramos en su forma adecuada es los objetivos. Debemos saber qué perseguimos, a dónde vamos, para saber cómo llegar, y, por supuesto, de dónde partimos. Pero también hay que conocer cuáles son nuestros conocimientos.
Para saber qué tenemos, es una buena idea realizarnos a nosotros mismos un análisis DAFO, a saber, cuáles son nuestras fortalezas para reforzarlas y potenciarlas, cuáles son nuestras debilidades, para identificarlas y reforzarlas convirtiéndolas así en fortalezas, cuáles son las oportunidades que tenemos para nuestro negocio o en nuestro nicho de mercado, y qué es lo que nos amenaza.
Una vez hemos realizado este análisis, es hora de pensar en qué es lo que vendemos, cuál es el servicio o producto que proporcionamos. Debemos pensar qué fortalezas y qué hace diferente lo que ofrecemos, y, por supuesto, es imprescindible conocer bien a quién nos dirigimos, porque así será más fácil establecer la estrategia a seguir.
Pero es imprescindible saber qué ofrecemos de distinto a los demás, cuál es nuestra ventaja competitiva, ya que esto es nuestra principal arma, y en ello reside nuestra mayor fortaleza. Necesitamos crear una propuesta de valor que facilite a los demás saber porqué nos tienen que contratar a nosotros y no a otro colega de profesión.
Y, por supuesto, debemos tener claro qué vamos a hacer para darnos a conocer, ya sea en el entorno online u offline. En el entorno online podemos utilizar plataformas varias como los dispositivos móviles, blogs, y, claro está, los canales sociales. En lo offline, podemos recurrir a una buena estrategia de contenidos, también en lo online, obviamente, pero podemos utilizar eventos offline.
Es imprescindible crecer y medir y mejorar nuestra reputación con métricas que nos indiquen aquellos datos que necesitamos/ queremos obtener.